Hoy quiero invitarlo a algo distinto. Es más yo quisiera hacer algo distinto hoy. Quisiera no hablar de los problemas que nos aquejan, presupuestos dudosos, elecciones complicadas que se nos presentan de cara a este año. Quisiera que por un momento nos olvidáramos de las situaciones difíciles que pudiéramos estar atravesando y traigamos a nuestra memoria lo que pudiéramos llamar nuestros “Agentes de Cambio”.

Me refiero a esas personas que han influido positivamente en nuestras vidas, a aquellas personas que con su paciencia nos han mostrado muchas veces la ruta correcta para seguir. Pensemos en las personas que con su amor nos han brindado un hombro de apoyo cuando lo hemos necesitado y que con su disposición han abierto sus oídos a escuchar nuestras penas. Pensemos en esas personas que les hemos dado la autoridad para darnos esos jalones de oreja que nos son útiles. Consideremos esos casos de las personas que han seguido estando allí cuando los demás ya no están. Esas personas que, cuando la lluvia arrecia, nos invitan a ser parte de su propia sombrilla para evitar que nos mojemos tantos.

Todos tenemos uno o más “Agentes de Cambio”. Todos en algún momento hemos recibido una palabra de apoyo, incluso un regaño cargado de cariño pero bien dado en el momento preciso.  Cada uno podríamos mencionar alguien que con su ejemplo ha servido de motivación para hacer cambios positivos en nuestras vidas. Esas personas que sin su apoyo probablemente no nos hubiésemos atrevido a tomar decisiones que hoy vemos que fueron fundamentales para nuestra vida. Amigos, familiares, líderes que se han dado a la tarea de ejercer influencia en nuestra vida y que Dios los ha colocado deliberadamente con el propósito que sean de bendición para ella. Cada quien llegó de manera diferente, alguna muy circunstancial, otras de manera más intencional. Lo cierto del caso que se han ido sumando y en medio de la distancia o el tiempo que pudiera estarnos alejando, hoy usted sabe que me refiero precisamente a ellos. Compañeros de viaje, aliados en una visión.

Hoy es un día para recodar tiempos pasados, hoy es un día para reflexionar sobre lo que ellos han ido construyendo en nuestra propia vida. Hoy es un día para pensar y agradecer. Piense en ellos y, luego, valdría la pena decir “gracias” por sus vidas.  Recuerde que son personas igualmente necesitadas como usted lo ha estado en su momento. Agradezca a Dios por sus vidas y bendígalos. Pronuncie palabras de prosperidad hacia sus vidas. Aún más lo invito y lo reto a que vaya más allá de la privacidad de su gratitud: Exprésela.  Tome el teléfono, escriba un e-mail, redacte una carta o etiquételo en una publicación que muestre gratitud y cariño, vaya hacia ellos y hágales saber su gratitud. Además, esté atento, es muy probable que si ellos leen esto y siguen mi recomendación usted mismo puede verse sorprendido y encontrarse en el transcurso del día con alguien diciéndole “Gracias”.

P.D. Aprovecho para dar las Gracias a Todos mis Agentes de Cambio