“Dos acorazados asignados a la escuadra de entrenamiento habían estado de maniobras en el mar con tempestad durante varios días. Yo servía en el buque insignia y estaba de guardia en el puente cuando caía la noche. La visibilidad era pobre; había niebla, de modo que el capitán permanecía sobre el puente supervi-sando todas las actividades. Poco después que oscureciera, el vigía que estaba en el extremo del puente informó: «Luz a estribor».
«¿Rumbo directo o se desvía hacia popa?», gritó el capitán. El vigía respondió «Directo, capitán», lo que significaba que nuestro propio curso nos estaba condu-ciendo a una colisión con aquel buque.
El capitán llamó al encargado de emitir señales. «Envía este mensaje: Estamos a punto de chocar; aconsejamos cambiar 20 grados su rumbo.»
Llegó otra señal de respuesta: «Aconsejamos que ustedes cambien 20 grados su rumbo». El capitán dijo: «Contéstele: Soy capitán; cambie su rumbo 20 grados».
«Soy marinero de segunda clase —nos respondieron—. Mejor cambie su rumbo 20 grados.»
El capitán ya estaba hecho una furia. Espetó: «Conteste: Soy un aco-razado. Cambie su rumbo 20 grados». La linterna del interlocutor envió su último mensaje: «Yo soy un faro».
Cambiamos nuestro rumbo.” (Frank Koch en Proce-edings, la revista del Instituto Naval.)
La “Social Media” y los “Mass Media” son como el acorazado mencionado por Frank Koch. Avanzan con la misma contundencia sobre el mar de los hechos de-jando una estela a su paso que definitivamente deja consecuencias sobre aquellos a quienes involucra. Grande, firme, poderoso, por momentos aunque sin hacerlo abiertamente, prepotente y arrogante avanza bajo el conocimiento implícito que se tiene de la fuerza, penetración y sobre todo de la influencia que está incrementán-dose en una forma por demás acelerada.
“Comscore” (www.comscore.com) quien se define como “líder mundial en la medi-ción del mundo digital y fuente preferida de inteligencia digital para marketing” hizo mención el pasado 13 de junio que Latinoamérica es la región más involucrada en redes sociales a nivel mundial . Dentro de la información revelada indica que 1 de cada 4 minutos online consumidos en Latinoamérica pertenecen a Facebook y en el global del 12% que ha incrementado la visita a las redes sociales, Facebook ha conseguido en lo individual un 37% lo cual muestra la gran penetración que tiene.
Por otro lado es importante darnos cuenta que las empresas están creando perfi-les en Facebook y Twitter para acercarse a sus consumidores y conocer “en tiem-po real” los comentarios y las interacciones con sus marcas. A nivel mundial exis-ten muchos ejemplos de organizaciones que han “refrescado” su imagen con la “bendición” de sus seguidores en redes sociales, involucrándolos en el proceso, así como ejemplos desafortunados de una desconexión entre la marca y sus fans. Un estudio realizado por Ilifebelt (www.ilifebelt.com), que incluso fue publicado y comentado en Publinews, indica que para enero 2012 Facebook registró más de seis millones de visitas a nivel centroamericano. Windows Live Profile se ubicó como la segunda red más visitada (1.9 millones de visitas) mientras Twitter conta-bilizó un millón de visitas. Todo eso, aunado a la enorme facilidad que representa tener presencia “virtual” al día de hoy, sigue afianzando esa fuerza que las Social Media y Mass Media poseen. Si hoy en día Facebook y las otras redes sociales son medios de discusión importante ¿Qué pasará cuando los porcentajes de pe-netración de estos medios lleguen a ser más significativos?
El acorazado sigue creciendo a medida que avanza. Pero ¿qué del faro? Ese punto que es inamovible y cuya función es la de no solo dar luz, sino brindar un punto de referencia hacia el lugar seguro. Posiblemente la popularización de estos medios así como la rapidez con la que crecen, cambian y se reinventan nos hace pensar que no se tiene la conciencia de la influencia que tienen y la forma en que puede afectar (para bien o mal) en la vida de una persona. Esa exposición pública masiva que alcanza un pensamiento, una imagen o un video no se logrará dimen-sionar y determinar una relación real del impacto mediático e incluso en el largo plazo que pudiera llegar a tener. Para muestra dos ejemplos. En el 2002 fue pu-blicado un video en YouTube cuya versión original está en: http://www.youtube.com/watch?v=HPPj6viIBmU Luego de esa versión, se hizo un “remake” pudiéndose encontrar una versión de éste en: http://www.youtube.com/watch?v=2URImmLYAsQ&feature=related ¿Resultados? Una explosión de millones de visitas haciendo de este niño una figura popular a nivel mundial. Sin embargo, Ghyslain Raza (nombre del en ese entonces niño) tuvo que abandonar la escuela, llegar a un estado de depresión y recibir ayuda psiquiátrica luego de ser ridiculizado entre su círculo cercano de influencia. Si bien es cierto, que hoy Raza es presidente de una compañía no lucrativa, ese momento complicado quedará como una huella en su vida .
¿Otro ejemplo? Vamos a algo más reciente: el 18 de septiembre del 2012, observo la publicación en twitter que hace referencia a este link: https://twitter.com/cecalga/status/248072189167939585/photo/1/large donde se hace pública una respuesta irónica, sarcástica y ofensiva a una persona solicitando empleo en “Riot Cinema Collective”. La desbandada de insultos hacia la compañía no se hizo esperar y al mismo tiempo una “¿obligada?” disculpa por parte del empresario que redactó la respuesta a “Carlos” (http://riotcinema.com/blog/disculpa-publica/) Los comentarios publicados en dicha disculpa hacen ver la incertidumbre creada entre la existencia real de sinceri-dad en la disculpa o la presión que la Social Media provocó para que ésta fuera hecha. El acorazado parece no hacer caso y golpear el faro.
Por momentos pareciera que lo grande de este acorazado de movimiento social digital ha crecido tanto que puede llegar a hacer caso omiso de la luz que el firme faro de principios y valores sigue incansable de brindar. Más allá de la verificación de la veracidad en los hechos que se publica, los espacios sociales digitales con-llevan la enorme responsabilidad del cuidado y respeto de la dignidad individual y de la conservación de valores sociales que nos permitan interactuar en un clima de paz y desarrollo.
Tengo el privilegio de laborar en medios de comunicación, más aún, tener a mi cargo la responsabilidad de la dirección y administración del mismo. Estoy consciente del poder que confieren los medios y en palabras de Ben Parker, personaje creado por Stan Lee, tengo claro que “un gran poder conlleva una gran responsabilidad”. Sé que como medio no podemos crear el cambio permanente en toda una sociedad, pero si estoy confiado que a través de este medio y las oportunida-des que se tiene de socializar digitalmente podemos ayudar a acercar un paso a las personas a una ética social fundamentada en principios. Pero veo con suma preocupación como el acorazado de las redes sociales puede seguir avanzando sin el respeto a la luz del faro de los principios y valores. Probablemente lo publi-cado no convierta en un alcohólico a una persona o contribuya en destruir un matrimonio ni mucho menos haga de una persona un violador, pero si medito en la influencia que puede ejercer para acercarlo un paso hacia ese destino. Un paso, no un gran trecho. Simplemente un paso más cerca de algo que puede ser de destrucción o edificación. Un paso que en algunos casos puede ser parte de un recorrido pero que en otros se puede convertir en el definitivo. Como bien dice el comunicador social y consultor de marketing online, Sakis González: “Es momento de prestar mayor atención a lo que publicamos en la nube, de enfatizar en temas que quizá antes nos parecían irrelevantes. Mientras más usuarios se registran a diario en las redes sociales, es más difícil hacerse notar. La distinción viene por varios caminos y uno de ellos es la reputación” .
Soy parte del acorazado, pero este acorazado posee una cualidad especial: en medio de lo inmenso que es, se constituye de muchas, millones de partes que se convierten en la responsabilidad individual de cada miembro que pertenece a él. Estar conscientes de esa responsabilidad individual es fundamental para no pasar por encima de la luz del faro. Meditar al respecto antes de escribir, pausar previo a publicar, debería ser parte del requisito. Tenemos toda la libertad de expresarnos, de publicar lo que deseemos, pero también debiéramos estar conscientes que esa publicación podrá ejercer la influencia en alguien más para acercarlo hacia un lugar… aunque sea un paso.