Generalmente cuando estamos en la búsqueda de una organización donde establecernos uno de los ideales que esperamos encontrar en dicho lugar es precisamente ese: Estabilidad. Buscamos estabilidad laboral. Deseamos estabilidad en lo que hacemos. Buscamos estabilidad hacia donde nos dirigimos. Estabilidad, estabilidad, estabilidad. Pero… ¿es conveniente tanta estabilidad?

Personalmente no lo considero. Si bien la estabilidad es algo que nos gustaría vivir, no es algo que nos convenga como elemento de desarrollo. La estabilidad prolongada en nuestras áreas de trabajo debiera resultar en una llamada de atención pues podría estarse convirtiendo en estancamiento. Demasiada estabilidad puede ser el reflejo de un puesto de trabajo, de una organización o de una vida que no está teniendo progresos y que corre el riesgo de caer en la monotonía y más aún en el estancamiento.

No mal entienda lo que le digo, no estoy promoviendo la inestabilidad. Estoy proponiéndole mantenerse abierto a una cultura de cambio que procure la mejora continua. Si usted se aferra a lo que tiene hoy de manera demasiado fuerte, pudiera estarse apegando desde hoy a lo que será un pasado obsoleto en el futuro. Se requiere una mentalidad abierta a las mejoras,a encontrar nuevas formas de hacer las cosas y gente que corra el riesgo de no defender la estabilidad. ¿Es buena la estabilidad? Definitivamente que si, pero no es suficiente para lograr el progreso. Se requiere de una visión más allá de lo que tenemos hoy para alcanzar lo que estamos diseñados a conseguir.