En el último mes dos amigos con los que servíamos juntos en una congregación

fallecieron. De esos momentos no solo dolorosos sino que sirven para la reflexión

sobre lo que la vida es. Sobre todo en un ambiente y entorno tan acelerado que nos

hace pensar que el atraso de dos minutos en la hamburguesa que pedimos es casi

comparable con el fin del mundo. De mi promoción del colegio me atrevería a decir

que igualmente más de una decena de excompañeros ya no están entre nosotros.

Algunos nos dejan de forma precipitada, otros de manera abrupta lo cierto del caso es

que, sin importar lo acelerado o lento del proceso, el dolor que se deja es complicado

de saber llevar y en medio que todos estamos destinados a llegar a ese momento por

más que lo intentemos difícilmente estaremos del todo preparados para cuando se

presente.

 

No quiero sonar a nostálgico o fatalista. Sencillamente busco, como regularmente lo

hago a través de este espacio, a que pueda alejarse durante un momento de su rutina

diaria, del exceso de colores que vemos hoy en las calles y avenidas, de saber si al final

de la novela él también va a renunciar o no y de inquietarse si el Barcelona hará este

año el tridente de copas que el Real Madrid no consiguió el año pasado. ¿Qué de

usted? ¿Qué de sus prioridades? ¿Qué de su motivación para seguir haciendo lo que

hace? Vale la pena que aunque sea en el tiempo que le tome llegar al final de estas

líneas pueda hacer una pausa para verificar si el orden de sus prioridades coincide

con el de su agenda de actividades, porque, una cosa es saber y determinar las cosas

que realmente consideramos importantes en la vida y otra vivir conforme a ellas.

 

El correr de los días es precisamente eso: una corredera que difícilmente nos deja

tiempo para evaluar si estamos haciéndolo en la dirección correcta. En el afán de

seguir siempre hacia delante podemos caer en el error de verificar si ese camino nos

conduce a la ruta deseada, es más, es posible que ni siquiera estemos conscientes de

haber tomado la decisión de haber llegado a un lugar en específico. Se nos ha dicho

que, en el proceso de alcanzar lo propuesto, no hay que ir para atrás ni para tomar

aviada, sin embargo creo que es importante y necesario retroceder cuando sabemos

que estamos avanzando en la ruta equivocada.

 

¿El fin? Si hablamos del final de la vida a todos nos llegará pero, el fin, el objetivo, el

propósito de lo que hace es sumamente importante para que cuando llegue ese

momento en realidad haya valido la pena haber vivido. Esta parte intermedia entre

nacer y morir es lo que realmente debe capturar nuestra atención para hacer de ella la

mejor obra de arte que podamos construir, para dejar un legado que perdure más allá

de nosotros mismos y que si bien ya pasados algunos años nadie se acuerde de

nuestro nombre sepamos que lo que hicimos sirvió de algo para construir lo que otros

estarán haciendo en nuestro lugar.