La ofensa que había hecho Adán y Eva tenía un transfundo mucho mayor que el hecho de haber probado un fruto. Habían quebrantado abiertamente una indicación de Dios. Habían mostrado ser desobedientes y eso era algo que Dios no podía pasar por alto. La misma naturaleza de Santidad de Dios no podía permitir que se ensuciara con la desobediencia del pecado. La relación de intimidad que Dios deseaba tener con el hombre había sido rota.

ROMANOS 5:19 … por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores…

El pecado de Adán nos trasladó a todos a una condición inevitable de pecadores. El pecado estaba en poder de nuestras vidas gobernándonos sin misericordia y compasión. El único objetivo que ahora podíamos cumplir era el de vivir presos bajo las órdenes del pecado. La mentira, la traición, el rencor, odio, infidelidades y cualquier tipo de actitud pecaminoso se había convertido en parte del estilo de vida establecido en la humanidad. Por más que nosotros pudiéramos esforzarnos por ser fieles y confiables a Dios, era imposible. Nuestra naturaleza había adoptado el estado de pecado en el cual debíamos seguir el instinto natural de desobediencia a la voluntad de Dios.

Dado el profundo deseo de Dios por tener relación con el ser humano no se pudo resistir a ver una relación rota por el pecado. Es allí donde surge la figura de Jesús como la encarnación de Dios con el objetivo de restaurar la relación trazado desde el principio para la relación con el ser humano y además recuperar la identidad que se había perdido a causa del pecado.

ROMANOS 5:19 … así también por la obediencia de uno los muchos serán constituidos justos.

La libertad que en el huerto del Edén había sido perdida, podría ser recuperada. Pero tenía un precio. Un precio demasiado alto para que cualquier ser humano pudiera pagarlo. Un precio que debía ser pagado en moneda de sangre perfecta, sin mancha, sin culpa ni pecado. Un precio que sólo Dios podía pagar, pues en Él recaían todas las virtudes y condiciones necesarias para que el pago fuera aceptable. Pero el amor era mayor que el sufrimiento que se podría experimentar, así que estuvo dispuesto a pagar el precio fijado.

1 CORINTIOS 15:21 Porque ya que la muerte entró por un hombre, también por un hombre vino la resurrección de los muertos.