¿Ha estrenado algo alguna vez? Todos lo hemos hecho. La ilusión que se mantiene en nuestro interior cuando algo nos agrada y nos lleva a la emoción de adquirirlo para ser de nuestra propiedad es un sentimiento que a todos nos gusta experimentar. Lo nuevo es atractivo. Lo nuevo produce un imán que nos atrae. Nuevo es aquello que está recién hecho o fabricado. Nuevo es aquello que vemos o escuchamos por primera vez. Nuevo es todo aquello distinto de lo que antes se había aprendido o se tenía en posesión. Nuevo es el corazón que Jesús ha dado a nuestra vida luego de haber aceptado el sacrificio hecho en la cruz.
Cuando se habló anteriormente de la restauración hecha por Jesucristo se hizo hincapié que este acto de Misericordia sobre nuestra vida era la puerta de entrada a toda una nueva experiencia de vida. Si bien físicamente nos es imposible percibir un cambio, en nuestro interior ha ocurrido una transformación total que da paso a una nueva persona que espera desarrollarse dentro nuestro.
2CORINTIOS 5:17 De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí, son hechas nuevas.
Cuando se observa este pasaje se puede determinar que lo realizado por Jesús en nuestras vidas es de suma trascendencia. No se trata de haber hecho un arreglo en nuestro corazón. No fue una reparación de último momento. Se trata de algo totalmente nuevo que nos fue otorgado. El regalo brindado por Jesús a nuestras vidas no consistió úni- camente en el pasaporte visado al cielo, sino en un nuevo corazón, una nueva naturaleza que nos permite ahora disfrutar en esta vida de los beneficios de ser agradable a Dios en todo lo que hacemos. Nuestra vida en armonía con Dios está limitada a una vida agradable a Él. En repetidas oca- siones se nos hace ver que sólo en Santidad podremos te- ner comunión con él. Sin embargo, es tal el interés que Dios tiene por intimar con nosotros que se ha encargado por su propia cuenta de hacer lo necesario para proveernos de la capacidad de vivir conforme a su voluntad. Observe lo dicho por él en el libro de Ezequiel.
EZEQUIEL 36:26-27: Además, os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros; quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un co- razón de carne. Pondré dentro de vosotros mi espíritu y haré que andéis en mis estatutos, y que cumpláis cuidadosamente mis ordenanzas.
¿No le parece maravilloso? Dios se encarga de hacer lo que nosotros somos incapaces de lograr. Por muy buenas intensiones y deseos que cualquiera pudiera manifestar por vivir en los planes y voluntad de Él, somos incapaces de hacerlo por nuestros propios méritos. Nuestra naturaleza original está enfocada al mal, inclinada hacia el pecado y orientada a la desobediencia. Es por ello que se hace necesario que en nuestra vida sea depositada una nueva naturaleza, una naturaleza que tenga no solamente la intensión sino la capacidad suficiente para vivir en los planes de Dios, no solamente en el cumplimiento de los estatutos sino en el desarrollo completo de nuestro potencial. Esa fue la obra realizada por Jesucristo: Otorgarnos ese nuevo corazón, brindarnos gratuitamente el regalo de la nueva naturaleza que ahora nos permite vivir en armonía con DIOS. El entendimiento y reafirmación en nuestro corazón de esta verdad es indispensable para que podamos comprender que nuestra identidad no está regida en base a lo que nuestro pasado a realizado, sino en base a lo que Jesús ha hecho en la Cruz y ahora nos ha otorgado para poderlo vivir.