Hace algunos años, aprendí de un amigo que existen dos formas de aprender: con
dolor y sin él. Intrigado sobre lo que él me decía, continuó con su explicación
haciéndome ver que el dolor puede provocarse cuando el aprendizaje es a través de
nuestra propia experiencia. Para luego indicarme que el aprendizaje que viene sin
dolor es aquel que recibimos a través de otros, ya sea porque tuvimos la oportunidad
de escucharlos o leer de ellos.
Estando en un país donde aún se mantiene alto el índice de analfabetismo, no es de
extrañar que igualmente el analfabetismo práctico sea un mal que nos aqueja como
nación. “La gente no lee” es una de las expresiones que he escuchado de manera
recurrente en relación a este tema. Tristemente, creo que es cierto. No nos llama la
atención leer. Sin embargo, creo que en buena medida se debe a que al momento de
fomentarnos la lectura se hace con escritos aburridos, poco atractivos y en última
instancia poco prácticos y útiles al diario vivir.
Desde niño adquirí el hábito de leer. Pero créame que no fue a través de novelas como
“María” o “La Divina Comedia” que esto sucedió. Esos dos libros fueron parte del
repertorio obligado que tuve que leer por imposición en el colegio. Por gracioso que
le resulte, empecé a adquirir el hábito por medio de la lectura de lo que en mis
tiempos se les llamaba “chistes” (hoy llamados “comics”). Semana a semana me
dirigía al mercado a conseguir el ejemplar correspondiente y, de esa forma, el hábito
se fue formando. Luego pude darme cuenta como a través de la lectura el proceso de
aprendizaje, desarrollo y cambio personal se podía dar.
Leer se convierte en la oportunidad de aprender a través de la experiencia de otros.
No estoy acá para hablar sobre aspectos que seguramente usted ya sabe sobre el tema
de la lectura. Estoy acá para agradecerle a todos aquellos que han escrito algo.
Aquellos que han sido vulnerables para compartir lo que no desean que otros pasen.
Gracias por los que con generosidad han compartido conmigo un conocimiento que
me ha ayudado a crecer como persona, a recuperar el ánimo cuando ha sido necesario,
a visualizar de manera distinta la realidad, a brindar información importante dentro
de las diferentes necesidades que he atravesado.
Quisiera poder leer más, quisiera nuestra capacidad de leer fuera superior a la de
adquirir libros. Porque en definitiva, leer me ha cambiado la vida. Le animo a leer.
Seguramente existen temas de su interés, aspectos que podrán contribuir en su
desarrollo personal en las diferentes áreas y roles que usted desempeña. Alguien
seguramente ha escrito sobre lo que usted necesita y busca aprender. Las
oportunidades son tan diversas que el mayor problema no pasará por encontrar sobre
el tema que busca, sino saber elegir qué leer. Cuando leemos nuestra vida se somete a
un proceso, no solo de aprendizaje, sino de transformación. Así que, por obvia que
parezca la pregunta, déjeme formularla: ¿usted lee?