La primera pregunta que puede surgir al momento de escuchar este concepto de “Liderazgo Inteligente” podría ser ¿existe acaso otro tipo de liderazgo?  Pienso de manera rotunda que si. Si recordamos la premisa sobre la que hemos estado conversando que liderazgo es influencia, ésta puede usarse tanto de manera inteligente o no.  Entonces, déjeme hacerle una pregunta a usted: ¿De qué forma utiliza la influencia que posee?

En una edición anterior le compartí que el liderazgo involucra la participación de 3 palabras: Acción, Cambios, Resultados.  Un liderazgo inteligente realizará acciones inteligentes, cambios inteligentes y provocará resultados inteligentes.  Usar la influencia que se posee para crear un ambiente de incomodidad dentro de un grupo no es una acción inteligente.  Aprovecharse de la influencia para generar climas de chismes, rumores y discordias dentro de una organización no es un cambio inteligente.  Llevar a las personas a impactos en el entorno que lejos de construir debiliten las estructuras organizacionales y detengan el progreso hacia los objetivos que se persigan, no provoca resultados inteligentes.

El liderazgo inteligente es  una propuesta intencional del uso de la influencia que poseemos a favor de generar un mejor entorno del que encontramos al llegar.  Es aprovechar lo que disponemos a nuestro favor, quejarnos menos de lo que está en nuestra contra,  y avanzar decididamente por provocar una realidad diferente a la que nos enfrentamos.

En mi opinión, el liderazgo inteligente surge del autoconocimiento.  Esa virtud de podernos descubrir, entender mejor como hemos sido configurados, cuáles son nuestros talentos, así como aceptar y vivir conforme a lo que nos apasiona en la vida.  Partiendo del conocimiento propio, podemos tener una mejor consciencia de la forma en que podemos desarrollar de mejor manera nuestra influencia.  Difícilmente seremos influyentes en aquello que no fuimos diseñados a vivir.  Pero cuando nos alineamos a esa configuración particular la influencia cobra otro sentido, mayor relevancia y nos convertimos en líderes efectivos.

Un líder inteligente sabe en qué, dónde y cuando funcionar.  Reconoce y acepta con tranquilidad aquello que no puede o disfruta hacer y busca un equipo multidisciplinario con el cuál unirse para suplir esas falencias naturales que posea.  Un líder inteligente avanza en el proceso de mejora continua.  Hace del aprendizaje un estilo de vida y del desarrollo de otros un hábito que le permita crecer de manera conjunta.  El liderazgo inteligente provoca organizaciones saludables, potencializando la capacidad de todos los miembros.

Sigo pensando que el problema en nuestra sociedad no radica en la falta de liderazgo, sino en la posibilidad de encontrar personas que de manera decida e intencional trabajen y se enfoquen en construir un liderazgo inteligente.