El primero en ser confrontado con esta expresión soy yo mismo.  Justo mientras escribo estoy teniendo en mi mente lo que durante mucho tiempo he estado soñando y no me he atrevido a realizar, pero al mismo tiempo me entusiasma porque con cada tecla que pulso en la computadora sé que estoy construyendo y avanzando en la realización de este sueño.

Soñar pudiera ser lo más sencillo de la vida, pero llevar a la realidad dicho sueño es otro asunto.  Si bien todos sabemos que para realizar un sueño necesitamos de la determinación, disciplina, esfuerzo e incluso sacrificio para realizarlo, he descubierto que existe un ingrediente que muchas veces pasamos por alto: el verdadero deseo por realizar dicho sueño.  No me mal entienda.  Al hablar de esto me refiero al hecho de asumir realmente el sueño como algo propio, como algo que estamos convencidos que debemos realizar porque al hacerlo producirá cambios, no solo en nosotros, sino en nuestro alrededor.

Basaré todo lo que siga escribiendo en una premisa concerniente al concepto de Sueño.  No hablaré del sueño como esas ilusiones pasajeras e incluso triviales que todos tenemos con mucha frecuencia.  Al referirme a un sueño conversaré sobre ese sentido de realización y logro que nos puede llevar a la incomodidad por no hacerlo.  Hablaré de “eso” que está alineado y se presentará en nuestra vida como resultado de nuestro  propósito personal.  Es “aquello” que usted sabe que tiene que hacer y desea hacer pero tal vez no se ha decido tan siquiera a pronunciar con palabras.  Es esa imagen mental que le produce una sonrisa de satisfacción al considerar una remota posibilidad que se pueda convertir en una realidad.  De tal manera que avanzaré en este camino bajo el siguiente concepto de sueño:

UN SUEÑO ES CUANDO DIOS ME DICE POR ANTICIPADO LO QUE DESEA HACER CON MI VIDA.

Espero que, al igual que yo, logre ver la trascendencia de esta definición: hablaremos no de lo que usted humanamente pueda anhelar alcanzar, sino de aquello que se convertirá en una incomodidad provocada por Dios mismo para catapultarlo al nivel de lo que desea realizar.