De acuerdo a la enciclopedia Encarta un “Vacío” , “es un espacio absolutamente libre de materia”. Además agrega que “es imposible crear un vacío perfecto en un laboratorio: por muy avanzado que sea el sistema de vacío, siempre existen algunas moléculas en la zona de vacío. Incluso en las regiones remotas del espacio exterior hay pequeñas cantidades de gas. También puede considerarse como vacío una región del espacio donde la presión es menor que la presión atmosférica normal de 760 mm de mercurio.” En resumen creo que podemos llegar a la conclusión que un vacío como tal no existe.

Usted, yo y nuestro corazón sabíamos esto antes que la enciclopedia Encarta nos lo confirmara. Aquello que en ocasiones hemos llamado “vacío” en nuestro corazón hemos sabido que no es realmente eso. Ha sido menos doloroso llamarle así que usar las palabras correctas: tristeza, frustración, depresión, soledad, etc … Nuestro corazón sabe que el vacío no existe. Sabe que al igual que un vaso con agua que empieza a evaporarse y llenarse inmediatamente de aire, igualmente cuando las esperanzas, sueños y anhelos empiezan a verse amenazadas y evaporarse inmediatamente debe ser llenado por algo.

Sin embargo he aquí la parte positiva de la inexistencia de vacíos en nuestra vida: Dios desea llenar todos los espacios que en nuestra vida puedan ir quedando. Cuando sus sueños se empiecen a esfumar, Dios desea colocar los Suyos. Cuando su esperanza empieza a agotarse Él desea convertirse en el perfecto refugio. Cuando su debilidad se haga notoria frente a las circunstancias, Dios quiere suplirla con la fortaleza que proviene de confiar en Él. Juan 3.30 dice: Es necesario que El crezca, y que yo disminuya

El vacío en nuestra vida es imposible, pero queda en nuestra responsabilidad la opción que vamos a escoger para llenar los espacios que aparezcan en nuestra vida. De esa decisión se desprenderá el nivel de vida que vayamos a disfrutar.